¿Conoces cómo las principales instituciones educativas enseñan a programar a niños y niñas entre 4 y 7 años que están aprendiendo o ni siquiera saben leer todavía? A través de entornos visuales en los que utilizan bloques que realizan diferentes funciones. Al juntar bloques, de forma similar a cómo se encajan piezas de Lego, se crean acciones complejas que dan lugar a los programas.
Aparte de la motivación que los robots propician como herramienta lúdica, sus posibilidades pedagógicas no se limitan al juego: fomentan la curiosidad, ayudan a razonar y a solventar problemas. En definitiva, hacen posible que los pequeños despierten su vocación por la ciencia y la tecnología.